Qui’ubo Panas?
La vida es así, todo cambia, tenía ya resuelto el editorial de esta quincena en la cabeza, cuando anoche todo se me trastocó. Asistí con un grupo de amigos al concierto de la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolivar aquí en Los Angeles, y no he hecho sino pensar en la experiencia… porque más que un concierto, fué eso.. una experiencia… tenía varios borradores de algo escrito, pero uno de los panas con los que compartí el concierto me mandó este escrito, y la verdad es que no hay más nada que decir… Así que, con su permiso, aquí les transcribo el texto.
La Conquista de Norteamerica
Jesús A. Araujo
“Incredible… unbelievable” fueron las primeras palabras que mi hijo de 11 años dijo al final del concierto. Nuestra Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar acababa de completar sus dos primeros conciertos en los Estados Unidos de América, en medio de un Walt Disney Hall repleto de emoción, de alegría desbordante, de jolgorio.
Comenzaron el jueves 1 de Noviembre, con una ejecución extraordinaria de las Danzas Sinfónicas del “West Side Story” de Leonard Bernstein. Su interpretación hace recordar la grabación en vivo que el propio Berstein hizo con la Filarmónica de Los Angeles en 1983, con un Mambo interpretado con gran gusto y sazón tropical. Concluyeron esa noche con la Sinfonía No. 5 de Mahler, poderosa, enigmática, exuberante, mostrando que la orquesta es capaz de generar los más diversos matices y colores. Al día siguiente, una ejecución impecable e inspiradora de la quinta sinfonía de Beethoven. En estas dos noches, la orquesta superaba la calidad de sus propias grabaciones hechas con la Deutsche Grammophon.
Sabiendo establecido que dominaban el repertorio clásico universal a plenitud, luego se sumergieron en obras exquisitas de compositores latinoamericanos. El Huapango de José Pablo Moncayo, el Danzón No. 2 de Arturo Márquez y la suite del ballet Estancia de Alberto Ginastera. Obras todas interpretadas con una gran combinación de técnica instrumental y belleza estética, pero sobre todo, repletas de pasión.
Nuestra orquesta entiende que la música es un medio de comunicación y expresión artística sublime. Se trata de comunicar el mensaje del compositor, a través de las vidas e instrumentos de sus intérpretes, pero sobre todo se trata de hacer llegar dicho mensaje a la audiencia, de envolver a todos los participantes en el proceso de hacer música. Parte de la excelencia artística de Gustavo Dudamel es que demuestra ser un gran comunicador, quien logra establecer una relación mágica entre los músicos de la orquesta y la audiencia, en el proceso común de “hacer música”.
Las luces se apagaron y cuando regresaron, encontraron a una orquesta vestida en el tricolor nacional, recibiendo como director invitado a John Williams y la música intoxicante de su suite “Star Wars”. Estaba la Simón Bolívar conquistando a Hollywood, en las manos de su más exime compositor. Una orquesta es como un árbol. Es gracias a como todos sus músicos interactúen que se logra la belleza excelsa de cada interpretación. Es gracias a todas sus ramas, hojas y flores que ofrecen su esplendor vital. Sus raíces deben estar en suelo fértil y acá es donde mostraron su “Alma Llanera”, en un arreglo sinfónico muy especial. Retomaron el Mambo que habían tocado el día anterior, esta vez con aún más emoción, más intensidad y aún más elocuencia. Y como si fuera poco, luego entró el maestro José Antonio Abreu, fundador de este sistema maravilloso, quien selló la conquista de Los Angeles, con el himno nacional de Venezuela.
Nuestra orquesta le está enseñando a los Estados Unidos su lema de “Tocar y Luchar”, plasmado en el documental de Alberto Arvelo en forma exquisita y que se distribuyera en forma gratuita entre todos los asistentes a esta gran feria musical. Estas dos noches han sido una invitación a soñar, a vivir con plenitud, a creer en que cuando se quiere y se trabaja con vehemencia, todo se puede lograr. Si logran reproducir en San Francisco, Boston y Nueva York en los próximos dias, lo que acaban de hacer en Los Angeles, estarán logrando la conquista de Norteamérica!
Sigan echandole pichón,
El Guachiman